Cosas de la memoria
Desde hace ya algún tiempo vengo intentando recordar desde cuando existen los "Diablos Rojos" en Panamá. No lo puedo recordar y debe de ser porque no me tocó
vivir en carne propia aquel transe: la transformación del bus capitalino en "Diablo Rojo". La presencia diabólica es tan fuerte que hasta se habla de exorcismos con la rehabilitación de algunos vehículos para transporte
escolar.
Desde que yo recuerde, los capitalinos de cualquier condición que fuésemos salíamos para la escuela o el trabajo e íbamos a la parada,
simplemente, a coger el bus. Un bus de Río Abajo o de Parque Lefebre, una chiva para Boca de la Caja, uno que iba a Betania y paraba en la Universidad. No te olvides de gritar "¡Parada!" bien
fuerte. Nada de vocecitas tímidas. Ya cuando me tocó ir a la universidad, los buseros empezaban a transformar sus vehículos en discotecas ambulantes. ¡Gustárele a quien le
disgustare!
En aquel entonces teníamos buses o chivitas. Las chivas eran menos "modernas" que los buses que ya no lo eran. Una chiva era un vehículo que provenía de alguna recuperación, quizás de un pick-up. Tenía una carrocería, en general de madera, y dos bancas de cada lado. Cuando las dos bancas estaban llenas, los clientes que iban subiendo se amontonaban como podían en el centro. De chicos y adolescentes, cogíamos una chiva cuando no nos quedaba más remedio. Ahora anda por ahí una "Chiva Parrandera" que en realidad es un bus con un componente electrónico que te da una vuelta turística por Amador - has que decir el "Coast Way", por favor - ciertas noches de la semana. Con la vueltica sales sordo y borracho.
Pero volviendo al tema: ¿desde cuándo nuestros modestos buses se transformaron en temidos Diablos Rojos ? ¿Cómo se explica que una ciudad tan moderna como la capital panameña siga viviendo con los Diablos Rojos tan odiados por sus habitantes?
Según he oído decir, los buses se diabolizaron con la multiplicación de los accidentes. Ejemplo de la impotencia de las autoridades, una noticia más de caso mortal en la prensa local.
Si nos atenemos a la versión del señor Armando Rodolfo Mora, en La Prensa http://mensual.prensa.com/mensual/contenido/2007/01/17/hoy/opinion/860891.html todo es política e intereses creados. Pero un país que es capaz de administrar con una logística de relojería suiza el canal de Panamá, es capaz, - ¡no lo dudemos ! - de resolver el problema de la logística del transporte público en beneficio de sus conciudadanos, siempre y cuando lo desee.
Aún así, los buses panameños, con sus coloridos, sus nombres a veces humorísticos, sus refranes populares, sus pintadas, sus grafitis, merecen pasar al museo de la memoria, no tanto por el mal servicio que brindan al ciudadano sino porque son un espacio de creatividad para muchos artistas panameños que tendrán que reconvertirse cuando desaparezcan los Diablos Rojos.
Nota: Las fotos datan de los años 70. En aquel tiempo aún me causaba placer caminar por mi ciudad cámara en mano. Ya era peligroso cruzar la vía España frente
al Hotel el Panamá.